Grandes Maestras

“Suele ocurrir a menudo que precisamente las personas con las que tenemos relación son las que mejor que nadie puede incitarnos a poner en juego todos nuestros recursos. Por frustrantes que sean, tal vez sean justamente las que necesitamos: la persona menos adecuada suele ser nuestro mejor maestro” Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra y escritora suizo-estadounidense.

“Cada relación es una oportunidad” es una frase que en algún momento se gestó en mi mente, me ha acompañado en el tiempo y he compartido infinidad de veces. Se suman a las relaciones habituales: familia, pareja, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, todo ser vivo con quien nos cruzamos o interactuamos en la cotidianidad.

Cada día es un ejercicio de amabilidad, de tolerancia, de empatía, de respeto, de establecer límites, de honestidad, de madurez. Ponerle cerebro y corazón a nuestro comportamiento. Cada día puedes convertirlo en un ejercicio de humanidad o no, eso será una decisión personal. Cada día tienes la oportunidad de practicar el arte de las relaciones humanas; el cómo tratar y el cómo deseas ser tratado.

Las relaciones humanas son nuestras grandes maestras. De algunas de ellas aprendemos incluso eso no queremos ser, eso que no queremos para nuestra vida. Por otro lado, existen aquellas que nos arropan, nos nutren, nos equilibran, nos impulsan, nos satisfacen, nos complementan.

A través de nuestras relaciones también nos actualizamos, nos damos cuenta con aquellas personas que ya no empatamos. Reflexionar y descubrir el porque de ello es de gran valor para el autoconocimiento. La vida es generosa, siempre nos da oportunidad de evolucionar.

Hablar de las relaciones humanas es un índice infinito. Cada vez que ingreso a una librería siempre encuentro títulos relacionados al Ser-Humano en la sección de Novedades. Trabajos de investigación, sociología, la psicología del ser humano, hombre y mujeres aportando sus conocimientos para el bien social e individual.

Hacer un alto y entender que el mundo no se trata de nosotros solamente y que el otro no actúa en función de nosotros sino de lo que es capaz, de sus herramientas personales y recursos individuales para responder, actuar, relacionarse o no. Entender que cada acción tiene una reacción y con ello, una consecuencia

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“Lo Extraordinario de lo Cotidiano”, un espacio donde cada día es un motivo.

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